Tomasz Kirenczuk es director del NOWY TEATR de Cracovia y dirige uno de los festivales más vanguardistas de Europa, el DIALOG FESTIVAL. Además, es dramaturgo, crítico teatral y curador de proyectos de arte.
En el Santiago a Mil 2017 ofreció la clase magistral De Tadeusz Kantor a Krzysztof Warlikowski: el nuevo teatro de Polonia. En este marco, conversamos referentes del teatro polaco y sobre las impresiones que él tiene en torno al teatro latinoamericano.
Videos de referencia para el lector:
- Tomasz, ¿qué puedes decirnos de Tadeusz Kantor? ¿Cuál es su legado en Polonia?
Pensar en un legado es complicado porque él no tuvo ningún sucesor. Su teatro tenía un vínculo estrecho con su vida y experiencias, lo que hacía difícil que alguien continuara su trabajo. Sin embargo, su manera de pensar y hablar de la historia y la sociedad se ha hecho nuevamente vigente.
Tenía una visión muy distinta a los teatristas de su época. Él entraba al escenario para "pintar en vivo"; como director era un artista completo. Usaba a los actores como máquinas, como parte de la escenografía. No le interesa "la psicología del personaje"; para él ya no existían personajes: solo fragmentos de recuerdos. Se caracterizó por componer cuadros vivos en el escenario que comentaban sobre la realidad social.
Por muchos años, Kantor estuvo en el olvido; ahora, gracias al reconocimiento que le hace Hans-Thies Lehmann como uno de los creadores del teatro posmoderno, ha sido redescubierto y es el referente de teatro polaco más vigente.
- Es curioso que Kantor sea considerado más vigente que Grotowski en Polonia. Mundialmente, el segundo es mucho más reconocido; de hecho, sus premisas de trabajo afectaron décadas de desarrollo teatral en distintos países de América Latina.
- Claro. Hoy podemos decir que Grotowski es un clásico. Si estudias teatro, debes saber quién fue Grotowski; es algo básico. Sin embargo, al revisar su trabajo con una perspectiva actual, no es muy bueno. Lo fue en su momento; ahora es parte de la historia. Con Grotowski teníamos una tradición muy psicológica: una tradición Stanislavskiana. Kantor es de un mundo completamente distinto; aún está por ser descubierto. Es totalmente contemporáneo.
- ¿Y cómo es esta contemporaneidad? ¿Cómo se relaciona hoy el teatro con su audiencia?
Creo que el teatro europeo está padeciendo actualmente de una enfermedad comunicativa. Hemos desarrollado un alto nivel estético, lo que es genial; sin embargo, también ha ido alejándonos de las personas. Algunas obras han logrado una increíble complejidad visual; pero, estos nuevos lenguajes y dispositivos escénicos, también las vuelven de difícil acceso.
Creo que algunos artistas han olvidado que las audiencias no solo viven en las grandes ciudades y tienen mucho dinero. El mercado artístico en Europa es enorme. Si eres un artista reconocido, no necesitas pensar en cómo llenar tu teatro de personas. Te llegan invitaciones a plataformas internacionales y la gente siempre aparece, incluso cuando no se logran conectar con el trabajo de ese artista. Debemos recordar que hacemos teatro para la gente y no teatro para la industria teatral.
- ¿Y qué te parece el teatro en Latinoamérica?
- Lo primero que quiero decir es que realmente creo que la siguiente revolución teatral será en Latinoamérica. Hay una fuerza difícil de explicar en sus montajes, una fuerza vital. Percibo, además, que el encuentro teatral acá es más apreciado a nivel social: el teatro tiene un poder y relevancia para su público.
- Esa relevancia es debatible considerando el centralismo generalizada en nuestros países, de la cual el teatro no logra escapar.
Claro, hay muchos factores sociales de los cuales el teatro no logra escapar. Y sí, todo es debatible.
Este año, noté que algunos artistas chilenos intentan complacer a los programadores y curadores europeos, lo que es entendible: nosotros tenemos dinero. Si quieren beneficiarse de ese dinero, deben venir a Europa, pero antes deben gustarnos. Esto es consecuencia de la occidentalización del mercado cultural.
Sin embargo, como programador, prefiero ver obras que reflejen los problemas y tradiciones locales. Para mí, ver una versión chilena de Tennessee Williams no es tan interesante como ver algo que haya crecido íntegramente acá. No me interesa llevar a Europa producciones que tengan sabor a Europa; si quisiera ese elemento europeo, lo buscaría en Europa: sería más barato y fácil. Lamentablemente, esta influencia europea es muy fuerte y peligrosa.
También del #SANTIAGOAMIL:
-¡SANTIAGO A MIL 2017 ha comenzado!
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-"¿CÓMO PODRÍA YO PENSAR QUE PUEDO CAMBIAR AL MUNDO?". - Entrevista a Thomas Ostermeier.