- Thomas, la última vez que conversamos, me dijiste que habías aprendido de un Brecht podrido. Eso no lo entendí. ¿Cómo es un Brecht podrido?
- Claro. Cuando yo me empecé a entrenar como director, en el inicio de los 90, yo estudiaba en Berlín del Este. Ahí estaba el corazón del método de Bertolt Brecht, pero las estéticas de ese tiempo eran las de un sistema que acababa de romperse. Él era visto como un héroe; sí, pero su sistema ya no tenía ningún impacto. El teatro se convirtió en un museo de Brecht. Se copiaba el método y la estética, pero ya no se comunicaba el contenido.
- ¿Pero acaso el contenido de Brecht no está presente en las obras dramáticas?
- Sí, claro que sí. Pero estas obras dramáticas estaban siendo adaptadas a modo de vitrina, como un museo de la propuesta estética y la teoría de Brecht. Me refiero a que la prioridad claramente había dejado de estar en el contenido y la conciencia social; el objetivo de poner sus obras en escena era la exhibición.
- Pero en tus obras el contenido político sigue siendo prioridad, ¿verdad? En Retorno a Reims, utilizas incluso recursos autorreferenciales para comentar sobre el sistema y las fuerzas malignas que controlan el mundo. ¿Qué son estas fuerzas?
- Bueno, los personajes en escena discuten sobre la existencia de estas fuerzas malignas. El director, es decir yo, no cree que existan estas fuerzas malignas.
- Pero, ¿y "el sistema"?
Si tenemos que hablar de algún "sistema", hablemos del sistema económico. Veámoslo desde el análisis marxista y llamémoslo capitalismo.
Por supuesto que no creo que este sistema en el que vivimos sea justo: es un sistema para la gente rica y la clase media. Y el teatro, que es una actividad subsidiada, no puede ser independiente de este sistema.
La cuestión a definir es: ¿defiendo esta realidad por medio de mi participación?, ¿intento cambiarla a través de la crítica? o ¿deseo derrotar este sistema?
Creo que el sistema no puede ser derrotado desde adentro; esto debe suceder en las calles y a través de las acciones políticas. Por ello, tengo una mirada muy sobria sobre cuál es mi posición dentro de este mecanismo. Para mí, esto es un trabajo, una simple profesión. Sin embargo, al ser yo una persona muy política y reflexiva, naturalmente esto se manifiesta también en mis creaciones.
Pero, como ya te he dicho antes, yo de ningún modo pretendo poder cambiar la realidad política, ni mucho menos el mundo, desde mi teatro.
- ¿Y no te parece un poco incongruente criticar el sistema, desde la comodidad del sistema?
- Todos tenemos que ganarnos la vida...¿sabes?
- "El corazón en la izquierda y la billetera en la derecha".
- (Ríe)
- En la obra, se confronta el accionar político de dos generaciones, la de Nina y la de su padre. Se revela una inconsecuencia ideológica en la generación más joven, la cual reflexiona con frustración su propia pasividad política (al contrastarse con la generación anterior). Esto me deja con la idea de que, como generación, algunos de nosotros aplaudimos los valores socialistas, pero somos incapaces de renunciar a nuestros privilegios capitalistas, lo que nos hace, por supuesto, inconsecuentes. Entonces, ¿cuáles son los ideales que no estamos dispuestos a negociar? ¿Por qué estarías dispuesto a morir?
¿Por qué moriría? Es decir, ¿por cuáles principios daría mi vida? Guau, es difícil. Probablemente, daría mi vida por no vivir en una dictadura.
El llamado "sistema democrático" del oeste está siempre a un paso de ser una dictadura. Lo vemos aquí. Se ha visto en américa del sur. Está sucediendo en Hungría, en Polonia, en Turquía, en Rusia, en EEUU. Todos estos regímenes autoritarios son sumamente peligrosos.
Mi primera misión siempre será defender la democracia. Aunque yo no crea que la democracia liberal es el mundo ideal, siempre la defendería antes de permitir la dictadura.
O me iría del país.
- Otra de las ideas recurrentes en la obra es la necesidad de promover la educación.
Claro. Una biografía como la mía no sería posible hoy. Mi historia solo fue posible porque crecí en los 80's. Entonces existía el ideal de que los jóvenes de las clases trabajadoras fueran a la universidad. Era el sueño de una democracia social. Ahora, esto no es así; tenemos una sociedad basada en ideas neoliberales.
El acceso a la educación no es suficiente; hace falta un estímulo dentro de los núcleos familiares: apoyo e interés. Si eres el hijo de una familia rica y tienes problemas en la escuela, obtienes un tutor privado -pagado por tus padres- y él te ayuda a obtener un título. ¿Entiendes?
El sistema educativo, como se dice en Retorno a Reims, es un sistema exclusivo. Está excluyendo a los pobres.
- Y dentro de esta realidad exclusiva también se encuentra la situación de los migrantes.
Hay un miedo estúpido a los migrantes y se les quiere pintar como si fueran el enemigo. Lamentablemente, hay minorías alemanas que no se sienten integradas en la sociedad y reclaman: "¿Si yo no estoy integrado, por qué ellos deberían estar integrados antes que yo?". Pero ellos no son el enemigo; el enemigo está en otro lado: está en el sistema de clases y en el modo en el que país funciona económicamente.
A veces, el enemigo es uno mismo. Digo, todos nosotros nos beneficiamos de la desigualdad en el mundo. Los niños ricos de Europa viajan a Sudamérica y tienen vacaciones durante un año... ¿Por qué? Porque es barato. Nosotros todos, de algún modo, sacamos provecho de la desigualdad.
- Y ante esto ¿qué puede hacer el teatro?
- Ilustrar. Tenemos que seguir hablando de todas estas incómodas verdades.
- Ya, pero ¿quiénes están teniendo esta conversación? ¿A quién le habla el teatro?
En el caso de Retorno a Reims, yo le hablo a la clase media de Alemania, quienes en este momento se están movilizando hacia la extrema derecha. Es muy importante hablar con este público.
¡Pero claro que no le estoy hablando a las clases trabajadoras! Ellos no están acá; no les importa el teatro. Bueno, a algunos sí, a mis padres les encantaba el teatro, aunque no tuvieran una alta educación. Ellos creían que los artistas tienen un don digno de ser celebrado. Sin embargo, hoy por hoy, esto no es más así.
En esta obra, se retratan treinta años de evolución de la burguesía frente a los ojos de la burguesía de hoy, que está sentada en nuestra sala. Esta es una oportunidad para pensar: "Mierda, hemos hecho algo mal. No estamos respetando la representatividad que merecen las minorías étnicas, minorías sexuales, a la clase trabajadora, a las mujeres. Hay un problema aquí".
Ellos, quienes tienen el poder, deben entender esto antes de que sea tarde.
Fotografía Brigitte Lacombe
Publicado: 2018-06-09
Thomas Ostermeier, director artístico del teatro berlinés Schaubühne, comparte reflexiones sobre sus valores políticos. La entrevista fue realizada dentro del marco del Berliner Theatertreffen 2018, selección a la cual la obra RETURNING TO REIMS fue invitada.
Escrito por
Claudia Vanesa Figueroa Muro
Artista multidisciplinar. Investigación y crítica para teatro.
Publicado en
CRITICABLE
Espacio para la crítica, entrevistas y reflexión teatral.