TEATRO CLUB cumple 4 años y los celebra tomando el compromiso de organizar un mensaje nacional para el Día Mundial del Teatro.

Para inaugurar esta iniciativa, invitaron a la dramaturga huancaína María Teresa Zúniga.


Mensaje por el Día Mundial del Teatro

Por María Teresa Zúñiga.

A pesar del tiempo transcurrido, el Teatro siempre es un invitado sorpresa. Camina por distintas ciudades, con diferentes personalidades, conversa en idiomas variados e inventados, lleva atuendos tan diversos, que es muy difícil identificarlo. Tiene una impresionante corporeidad y su voz susurra liviana como el viento, profundo como un huracán y lejano como el horizonte. Salta, gira, avanza y retrocede formando caminos y estilos diferentes. Es tan viejo y tan joven. Las plazas, los escenarios convencionales y no convencionales se llenan de su presencia. Los niños, las mujeres, los ancianos y los hombres se alegran al verlo. Personaje de personajes es el Teatro.

Sin embargo, jamás camina ligero de equipaje, y es que tiene mucho que contar, libros que repartir, actores que presentar, obras que mostrar, mientras el público muchas veces se cruza indiferente, lo saluda levemente y claudica en su amistad.

Y es que la geografía es desigual. Por lo tanto el camino muchas veces se presenta adverso y el Teatro esquiva, salta por encima del mayor obstáculo y en medio de toda esa acrobacia sonríe y habla. Y al hablar el público enmudece, las luces se tornan diferentes y el mundo se ve envuelto en una verdad que avanza con la acción dramática. Y es que cuando el Teatro habla, los pueblos escuchan. Antígona se desliza sobre la curvatura de Creonte, dialoga con el poder en una escena crucial que marca los latidos taquicárdicos de un Estado obsoleto y brutal; mientras que Anna Ferling avanza sobre las trincheras de una guerra interminable, llevando una carreta llena con las cosas que el hombre olvidó y entre el hambre y la indiferencia, Zoelia y Gronelio construyen sobre la destrucción observando la virginal muerte de Julieta entre el aleteo de Las mariposas de Doña Música.

Y los efectos surgen, la lluvia invade el escenario, el cántico de las aves, el viento hilarante de la tempestad, el sonido de las sirenas y ambulancias, las explosiones, y el público acepta la convención de todo lo que pasa en escena, y el Teatro se instala sobre ella y a veces se ubica en las butacas, espiando al espectador tratando de registrar sus más profundos pensamientos.

Desde los grandes escenarios, plazuelas y calles, el Teatro se pone de pie. No es ajeno a la pobreza, a las interminables guerras, a la discriminación, a la violencia, a la muerte. No, no lo es. Retrata en su conciencia todos estos hechos y los proyecta con arte magistral, construyendo los dígitos de una nueva historia.

Más la felicidad es su mayor riqueza: ser parte de la historia de los pueblos, ser testigo de acontecimientos propios y ajenos; es un regalo atípico de todos los tiempos, y como la hiedra, el Teatro asciende por lugares insospechados llevando los viejos coturnos, que a modo de posta se heredan de generación en generación, portando banderolas multicolores, máscaras transgresoras del orden y una comparsa acelera el sístole y diástole de quienes creemos que el Teatro existe para cambiar el mundo, para mover las agujas de una brújula que intenta marcarnos el destino y como Sófocles, expresar que la muerte está por encima de los dioses, que el teatro está por encima de las mezquindades y de la mediocridad gubernamental y que el Teatro hoy, es nuestro invitado de honor y con él, los millones que transitan en esta mañana predestinada a ser eternamente humana.

                                                                      Créditos y agradecimientos a Teatro Club.

Lea también el mensaje oficial del Instituto Internacional de Teatro.