#ElPerúQueQueremos

"El acontecimiento político-ético-espiritual es mucho más que solo ir a ver una obra de arte".

Entrevista a Ileana Diéguez.

Publicado: 2017-07-02
Ileana Diéguez es profesora investigadora en el Departamento de Humanidades de la UAM-Cuajimalpa, México, D. F. Sus investigaciones abarcan problemáticas del arte contemporáneo y escénico, en particular procesos de performatividad, desmontaje, memoria y representación en prácticas artísticas y culturales

Ileana, hace 10 años escribiste Escenarios liminales. ¿Cómo crees que ha evolucionado esa liminalidad que describes, a partir de los cambios generacionales?

No planteo un cambio en términos generacionales sino un cambio de temporalidad en términos de condiciones de vida, de circunstancias y de posibilidades para vivir y defender la vida. Siento que mi investigación está en deuda con los acontecimientos y con lo que a mí me importa de lo que va sucediendo en el lugar donde vivo. 

La vida marca mi investigación: estoy en deuda con la vida y con el lugar donde vivo. Son estos elementos los que me demandan qué pensar y cómo pensarlo, no puedo imponer investigaciones desde ningún lugar, ni desde lo que se me ocurre, ni desde ‘la gran idea’. Al contrario, a veces me interesa pensar en algo que está pasando y después pienso cómo lo voy a nombrar. No me interesa crear nombrecitos ni taxonomías para una investigación ni nada de eso. 

¿Y cuáles fueron los estímulos que te llevaron a pensar en la liminalidad?

Cuando escribí este libro, yo venía de un recorrido relacionado con el quiebre de la utopía, pero de modo tal, que los restos de esta utopía todavía estaban haciendo sentido. Todavía había posibilidad de reconocer qué deseábamos, qué pensábamos y podíamos quizás pensar que luchábamos por un mundo mejor posible. Pensábamos que la vida, desde la producción artística o la producción ética, de alguna manera podían servir para hacer una vida mejor. 

La liminalidad nace de mi manera de leer a Turner. Posterior a eso, me encontré con las communitas micro-utópicas, yo las llamé así. Siento que tuve un momento de anagnórisis cuando estuve aquí en Lima y pude ver el ensayo final de Sin Título, técnica mixta. Ahí, en una escena particular, que era la bajada de la bandera, se instaló un acontecimiento cívico en medio de eso que parecía una escena. 

Como yo lo podía leer, desde mi extranjería tal vez, pensé que también los peruanos estaban buscando reconstruir los pedazos de todo un proceso de devastación para volver a levantar el sentido de una colectividad a través de signos que han sido altamente cuestionados en las artes: qué significa coser una bandera qué significa reunirse/izar/levantar una bandera, qué hay de mí en ese acto que parece patriótico-civil-simbólico- colectivo -vacío. Y sin embargo, en ese momento, yo sentí la potencia del acto en la posibilidad de volver a decir “somos ciudadanos de un país que vuelve a vivir”. Lo que más me desafió de la propia dimensión de lo liminal fue lo inasible del acontecimiento; no puedo tan fácilmente definir qué es, cada vez lo tengo que nombrar de otra manera.

Y entonces ¿por qué nombrarlas "micro-utópicas"? ¿Por qué no simplemente "utópicas"?

"Micro" porque estaba trabajando con esta pérdida de lo utópico y de lo macro. Busqué la posibilidad de reconocer pequeñas communitas: microutopías que sobreviven al fracaso de las grandes utopías. Yo nací en Cuba en el año '61 y, de alguna manera, me sentía parte de la construcción de un mundo nuevo. Fue muy duro para mí ver caer en pedazos esa idea de mundo nuevo; hasta hoy es duro para mí. La idea de una macro-utopía o de la utopía de un país, es algo que me cuesta aceptar; ahora creo en las pequeñas communitas

Desde el arte se puede pensar el estado del mundo. Esta reflexión la pude escribir viviendo en México y no en ningún otro lugar. En México empezamos a vivir la euforia de las teatralidades ciudadanas callejeras en el 2006, luego de unas elecciones fraudulentas. El país queda dividido y empieza la guerra con el narcotráfico. Entonces empezamos a vivir en un país donde el ejército sale de los cuarteles y toma las calles (la experiencia peruana quizás pueda ser un marco de comprensión a lo que nos pasó). La población quedó atrapada entre las balas de un ejército y de un crimen organizado: las famosas muertes colaterales. Por eso México vive sumido en una cifra difícil de hacer comprensible, hablamos de más de 30 000 desaparecidos en 10 años, casi 200 000 muertos en 10 años. La cifra de desplazados es incierta, pero se habla de más de 2 millones de desplazados. 

En ese momento pude detectar cómo lo liminal está asociado a lo fúnebre. En Cuerpos sin duelo aparecen las communitas luctuosas, pues estos son tiempos altamente fúnebres. Antes hacíamos communitas para reclamar el derecho a una vida mejor, ahora hacemos communitas para reclamar el derecho a la vida digna. Esa transición de la liminalidad micro-utópica a la liminalidad luctuosa es solo el recorrido que yo he podido observar, desearía que el tiempo dé paso al desarrollo de otras communitas por horizontes más alentadores.

Ileana, ¿los escenarios liminales están necesariamente vinculados a temáticas sociales?
Sí. Finalmente, como dice Bajtín, toda producción artística es la forma del gesto ético. Es decir, no hay producción artística sin producción ética: en la palabra estética, está la ética. Lo ético es el modo en el que, a través de nuestros actos, vamos construyendo nuestra relación con los otros. Me cuesta trabajo pensar un gesto ético que no sea un gesto político.
Entiendo a qué te refieres con este componente difícil de explicar. Pero aún no me quedan claros los límites, valga la redundancia, entre lo que es artístico y lo que es social/político/ético. ¿Cómo lo percibes tú? ¿Qué indicadores te ayudan a reconocer la naturaleza de estas prácticas?

Bueno, no soy científica. Quizás para mí un indicador podría ser el modo en el que se pone en juego algo más que un acontecimiento artístico, como “Lava la bandera” acá en Lima. Esa fue una construcción primero desde las estrategias artísticas, pero, con toda conciencia, fue hecha para ser una intervención ciudadana en el espacio público. Esa experiencia multiplicadora finalmente fue apropiada por la ciudadanía, como lo fue “El siluetazo” en Argentina. 

La experiencia del acontecimiento político-ético-espiritual es mucho más que solo ir a ver una obra de arte. Cuando una simple voluntad artística se convierte en un acontecimiento ético-político-espiritual-humano, el hecho en sí mismo trasciende. Ese acontecimiento tan efímero y tan sencillo es lo que yo trato de leer como liminalidad. 

Empiezo a comprenderte. Antes de encontrarnos pensaba que tu interés en estos escenarios híbridos era la búsqueda de clasificaciones, por ello esperaba hablar contigo sobre tus definiciones de teatro, performance art, hibridación, etc. Ahora entiendo que no es tu búsqueda, sino una consecuencia.

En algún momento me interesó, sí. Yo venía investigando el teatro conceptual performativo y el performance art. Con Guillermo Gómez-Peña organizamos encuentros entre la gente de teatro y la gente del performance en México. Sí, yo venía de esas preocupaciones de las rupturas y del arte fronterizo, pero, lo hermoso de la meditación y reflexión es que no sabes a dónde te lleva. Ahora reflexiono más sobre las experiencias que son capaces de negociar mundos, no en las morfologías. Soy una simple mujer que trata de pensar, de escribir y dar cuenta del tiempo en el que vive.


Entrevista por Claudia Vanesa

Fotografía de  Archivo de la División Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM


Escrito por

Claudia Vanesa Figueroa Muro

Artista multidisciplinar. Investigación y crítica para teatro.


Publicado en

CRITICABLE

Espacio para la crítica, entrevistas y reflexión teatral.